Lo
que veo no es lo que veo, es lo que pienso que veo
Siempre que miro, algo
se antepone entre lo que miro y yo: mi pensamiento.
Esto es así de tal
forma que nunca llego a relacionarme directamente con lo que veo, -con lo que
es-, sino con lo que creo estar viendo, -con lo que pienso que es-.
En consecuencia, sea
cual sea mi respuesta, sea cual sea mi reacción, ésta no viene dada
por lo que veo, -por lo que es-, sino por lo que interpreto que estoy viendo, - por lo
que pienso que es-.
Que
lo que es, es lo que es, no tiene vuelta de hoja.
Que
lo que interpreto que es, con lo que me relaciono, y ante lo que respondo de
una u otra manera, es fruto, única y exclusivamente, de mi pensamiento, tampoco.
Pues bien, si la intención de este
viaje es Ver, la primera nube a la que
he de hacer frente es a la nube
de mi pensamiento.