SEGUNDO EJERCICIO. DI ALGO AMABLE, O BONITO, O ALEGRE.
No pierdas la ocasión. Desde que te levantas hasta que te colocas en posición para dormir, el día anda regalándote oportunidades de poner en práctica este ejercicio. No estamos solos, aunque a veces lo parezca. Lo que es bueno para tu corazón, también lo es para el mío. Ejercita el contento hasta convertirlo en un hábito.
Di algo amable, o bonito, o alegre. Saluda a tu vecino/a con intención, y espera a que él/ella lo haga. Pregúntale a tu compañero/a de estudios, de trabajo, de compras, de paseo, por aquello que sabes que le gusta o le preocupa. Agradece la ayuda o el servicio prestado al enfermero/a, al dependiente/a, al cajero/a... Si lleva una placa con su nombre, llámalo por su nombre... Lo que quieras, a quién tú quieras, tantas veces como quieras. Y no olvides, los ejercicios no son excluyentes: acompaña tus palabras con una maravillosa sonrisa.
La felicidad es acumulativa. Cuánto más la entrenas, más la sientes, cuánto más la sientes, más la contagias, cuánto más se contagia, más grande se hace y más se expande.
Un grano de arena hace una playa, una montaña... Una gota de agua un torrente, un río, un mar... Una sola persona practicando el contento una cadena infinita de felicidad. Merece la pena. Gracias por cambiar el mundo.
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