viernes, 5 de febrero de 2016

"Todo depende de cómo vemos las cosas, y no de cómo son en realidad" Carl Gustav Jung


“La historia sucedía en la India. Un maestro espiritual enseñaba desde hacia años a varios discípulos, de los cuales cuatro eran ciegos. Estos cuatro discípulos eran muy meticulosos y seguían escrupulosamente las enseñanzas de su Maestro. Hacia ya muchos años que la situación persistía y los cuatro discípulos empezaban a preguntarse si un día llegarían a la iluminación prometida.
                Se reunieron pues para intercambiar sus preocupaciones y decidieron que debían entrevistarse con el maestro y hablarle con franqueza. Fueron pues a ponerse a los pies del maestro, y allí, osaron formular la pregunta.
                -Maestro, seguimos fielmente sus enseñanzas desde hace años. ¿Cuándo alcanzaremos la iluminación? Deberíamos estar ya preparados, ¿no lo cree así?
                El maestro miró unos instantes a los cuatro, luego pareció tomar una decisión.
                -Muy bien-les dijo- veo que vuestros deseos de entrar en unión con la madre Divina es muy grande. Así, voy a daros, a partir de hoy, una posibilidad de demostrar vuestra capacidad de recibir sublimes energías.
                Al oír estas palabras los discípulos rebosaron de alegría, pero por supuesto esperaban una dura prueba.
                -¿Estáis listos?- les preguntó el maestro.
                -Sí, ciertamente- respondieron a coro los discípulos- Dinos qué hay que hacer, y lo haremos.
                -En el bosque vecino hay un claro, y en ese claro hay un elefante. Vais a ir al claro. Sé que nunca habéis visto un elefante puesto que sois ciegos de nacimiento. Pero vais a entrar en contacto con el elefante con la ayuda de los sentidos  que os son disponibles y dentro de una hora volveréis y cada uno me hará una descripción del elefante. En marcha.
                Los discípulos quedaron muy sorprendidos; la prueba era simple y ridícula. Pensaron que después de muchos años de estudios con el maestro, estaban ya preparados. Esto no era más que una formalidad.
                Se marcharon pues alegremente al claro y allí cada uno entró en contacto con el elefante. El primero cogió la cola. Entonces pensó: “Un elefante vive en el aire. Es redondo y largo y se termina con un mechoncito de pelos. Muy bien, ya sé lo que es un elefante.” El segundo, cogió la pata, la palpó con sus manos. Pensó: “Un elefante es grande y rugoso como un árbol, tiene una piel espesa y llena de pliegues, vive en  la tierra. Muy bien, ya sé lo que es un elefante.” El tercero cogió la trompa, y tuvo su experiencia con el elefante, al igual que el cuarto que tocó la oreja. Muy felices, seguros de ellos mismos y charlando alegremente, volvieron al maestro a la hora prevista.
                Entonces el maestro les preguntó:
    -¿Quién puede decirme qué es un elefante?
                El primero, no pudiendo contener su dicha, le dijo sin esperar:
                -Maestro, un elefante vive en el aire. Es redondo y largo, muy suave y se termina con un mechoncito de pelo.
                -En absoluto- replicó rápidamente el segundo- un elefante es grande y rugoso como un árbol, tiene la piel arrugada y vive en la tierra.
    -Por supuesto que no-  gritó el tercero- Voy a deciros Maestro qué es un elefante.
    Y empezó a describir la trompa. Antes de que hubiera terminado la descripción, el cuarto, que no podía contener su impaciencia, le interrumpió para dar su propia descripción del elefante, o sea la oreja. Pero no pudo terminar porque los otros tres protestaron, defendiendo cada uno su propia percepción, y así empezó una gran disputa. El Maestro les dejó pelearse un momento y luego, como la disputa no se acababa, rogó silencio para decirles que la iluminación, en definitiva, no era para hoy."
Texto sacado de “El poder de elegir” de Annie Marquier                                                                                                                                                                                                                      ¿Qué tomamos como Realidad, lo que Es, o lo que creemos que es? ¿Cuál de los discípulos está en lo cierto, y cuál no? 

Reconocer y Aceptar que lo que percibimos es solo una cara de la realidad es el primer paso para cambiar nuestra manera de experimentar la vida.


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